“Este escrito es mi presente en carne viva”
Este es el segundo texto más difícil de escribir para mí, el anterior no lo publiqué ni di a conocer aun porque todavía no es el momento. Este, en cambio, es el momento mismo, no parte de una explicación, no se trata una exposición de conceptos, no es interpretación del proceso de crecimiento personal. Este escrito es mi presente en carne viva, soy yo viviendo y tratando de no morir en el intento, por ello es tan necesario y tan difícil a la vez.
Aquí no habrá mensaje, análisis, profundidad, preguntas que abran posibilidades nuevas, aquí hay dolor, carencias, miedos, temblores, desesperación y vida en movimiento literal y simbólica. Es escribir para atravesar la incertidumbre. Quiero contar mi realidad y el momento decisivo en el que me encuentro. Es un deseo motivado por eso que me llevó a abrir el blog: el convencimiento de que compartir es una herramienta transformadora para todos los involucrados.
¿Está de más decir que no es un story time para mostrarme desde un lugar penoso sino contar cómo todo lo que escribo tiene que ver con pensarlo primero para mí, con probar las teorías en carne propia para darle el sustento a los argumentos? Quizás sí, quizás no, decidan ustedes, como van a decidir si lo que escriba esta vez tiene alguna utilidad para su propia vida y procesos internos.
“¿Y si ponía todo ese esfuerzo para vivir para mí?”
Hoy pensaba: toda mi vida hice todo, tomé todas las decisiones y di mi tiempo y energía vital para evitar estar sola. Construí, sostuve, aguanté, dí, trabajé, me “sacrifiqué”, viví para estar en pareja, para que no me dejen, para no dejar un proyecto compartido sin sentir que había dado todo para que funcione, cuando detrás solo había miedo a la soledad, dependencia emocional y sentimiento de no ser suficiente…
Y ese pensamiento me llevó a otro: ¿Y si ponía todo ese esfuerzo y energía para vivir para mí en lugar de para evitar estar conmigo a solas? Porque en mi forma de pensar siempre hubo un error de concepto, creer que se trataba de poner todo para no estar sola en lugar de construirme para mí y luego compartir eso con otros.
Esa es la carencia con la que toda mi vida atravesé mi realidad: la falta de amor propio, de confianza y el miedo al abandono que me llevó a la necesidad de validación externa para sentirme bien conmigo misma.
Podría ponerme analizar mis comportamientos, mi forma de atravesar la vida desde los conceptos de la psicología o la neurociencia, podría pensarme desde la filosofía o la sociología, para entender, para empezar a cambiar, pero hoy no, hoy no me siento bien con eso. Por ello digo que este texto no es para saber, para entender o para pensar, es para sentir, para compartir un estado, una forma de hacer mientras todo es falta, todo es derrumbe, todo es incierto.
“Todo fue huida de la soledad”
A los 18 años fui madre, desde los 15 estaba de novia con el padre de ese hijo, estuve en pareja 18 años, en total 21 con la misma persona, cuando me separé fue algo que no pude procesar del todo siquiera, no hubo duelo, todo fue huida de la soledad, me puse de novia a los pocos meses de separada, me fui a convivir un año después, hace casi 9 años estoy (o estaba…) en esta segunda relación, tengo 45 años y nunca estuve soltera.
Tengo 45 años y nunca fui autónoma, nunca decidí nada sin consensuar, sin articular deseos con otro, nunca trabajé por un proyecto enteramente propio, nunca fui dueña completa de mi tiempo y mi energía, nunca lo quise tampoco, nunca lo busqué…
“Una vida sin alma”
Hace 5 minutos descubrí que eso que hacía: delegar la responsabilidad de las decisiones para no hacerme cargo de lo que no salía como debía, de lo que no se lograba, me dejaba viviendo una vida sin alma. También pensaba hoy sobre esto: es como cuando alguien es la “mano derecha” del dueño de la empresa, trabajas, te esforzas, das todo por un sueldo y por el reconocimiento de tu lealtad, pero no te haces cargo de lo que no sale, no sos responsable de que la empresa funcione… tampoco recoges los frutos, tampoco tenés el legado.
Para mí de esa situación viene la queja, la frustración y el reproche, de pensar que, porque sos el brazo que hace y muchas veces la cabeza que piensa, el otro debe compartirte su propiedad, y no, no funciona así el sistema. Entonces aparece el cansancio y las ganas de superación y te vas, renuncias, te abrís tu PYME y empezás a ver qué era eso “invisible” que significaba ser “dueño”, ser responsable de la producción.
Trabajás el doble, sufrís el doble, te esforzas el doble, al principio ganas la mitad, tenés que resolver imprevistos todo el tiempo, muchas veces no sabés con qué ingreso podés contar, pero extrañamente, sos más feliz que nunca, y eso es inexplicable… al menos para mí que siempre quise ser la mano derecha y nunca la dueña.
“Cambiar para que nada cambie”
Un día aproveché, inconscientemente, la incomodidad y el deseo del otro para proponer mi propio deseo como solución, como proyecto, y lo oculté hasta de mi misma para no empezar a postergarlo, a dejarlo de lado por miedo. Fue así como hicimos (y logré hacer, sin saber sabiendo…) un cambio de vida que siempre había deseado y nunca me había animado a reconocer.
Así decidí dejar mi profesión, casi podría decir que renuncié a la única cosa que realmente había querido, que me gustaba y me mudé al motorhome a vivir “en movimiento” o dicho con más verdad a vivir tratando de evitar lo más posible el movimiento. Otra vez todo se trató de vivir “por la negativa”, me viene a la mente la famosa frase: “cambiar algo para que nada cambie”.
También hoy pensé, sí, fue un día de mucha reflexión… Pensé que esa convicción que tengo acerca de que lo que una más afirma, donde más certeza muestra, es donde más está tratando de convencerse de eso que afirma, es donde más duda hay. Eso, en esta parte de mi vida que estoy narrando, es aquello que me cansé de repetir acerca de que “nosotros no somos viajeros, somos personas que vivimos en movimiento porque buscamos un lugar donde vivir mejor” y allí estaba la huida, si no soy viajera, el miedo que me da no poder sostener esta vida en movimiento se apacigua, porque en realidad “no estoy viajando”.
Y así, todo hasta acá ha sido eso mismo, autoengaño. Postergación por miedo. Huida de la responsabilidad. Esconderme de las consecuencias de la autonomía. Apagar los deseos para no tener que cumplirlos y darme todo un discurso del sacrificio y la entrega por amor para justificar mi inacción. Sentirme vacía, no valorada, frustrada, incómodamente cómoda, cansada, estancada, atrapada…
“Y de repente… nada”
Pero hubo un momento, o una acumulación de momentos, o la cosa más simple que puede pasar: se llenó tanto la mochila que cargaba que explotó y de repente… nada. Un día nada tuvo sentido, lo único claro fue que todo tenía que cambiar, que nada de lo que había en mi vida podía seguir así. Pero no fue tan de repente, de repente yo me di cuenta, pero en realidad llevó meses, hasta diría que años de acumulación.
Todo llegó a un punto de no retorno que me dejó en la nada misma, y cuando digo “nada” es justamente eso: sin posibilidades materiales, sin fuerzas, sin ideas, sin proyectos, sin pareja… Aunque bueno suena muy dramático, y realmente lo es, pero no es del todo tan extremo. Ideas hay, fuerzas puede ser que queden o que aparezcan, proyectos… se podrían readaptar. Ingresos y pareja eso sí ya no queda…
Y sin “sostén” emocional y económico me solté a la vida por primera vez en mi existencia. Y hoy me revuelco en la desesperación de tener que resolver y rearmar un proyecto que no pudimos sostener y llevar delante de a dos, yo sola. Hoy lloro por la pérdida y la ausencia mientras tengo que salir adelante atravesando el miedo, la frustración, la incertidumbre y todo un proceso mucho… demasiado, más grande que una separación de pareja, pero eso es tema para otro momento.
Hoy, me encuentro aquí contando mi presente de carencia y vacío, que por primera vez promete un futuro de autenticidad, de autonomía, de crecimiento personal… aunque ahora solo pueda ver que cada día es vivir dejando de intentar que no duela… y quien sabe, tal vez de eso se trata la vida y yo recién lo esté descubriendo.
Deja un comentario