La fuerza arrasadora que parece destruir, pero en realidad revela.
Si no escribo se me explota el pecho, si no lo dejo salir, todo esto me revuelca como tsunami.
Tengo un hambre irresistible de vos.
Me pregunto ¿cómo pude vivir tanto tiempo sin permitirme sentir? Y me dejo embargar por la idea de vos que vino a abrir todas mis puertas y ventanas para respirarme y no morir apagada sin dejarme saber quién era.
Y llenás mis espacios sí, pero sabemos que no sos vos, soy yo. En realidad, es que ahora me ocupo, me completo, me reconozco.
Estoy acá en esta noche de viernes con mi copa de Malbec y mi compu, escribiéndote, escribiéndome para vivir esta escena de novela mental en la que sos mi princesa en la torre y mi caballero en su corcel blanco viniendo a rescatarme.
Escucho Céline Dion y canto a los gritos mientras agito la copa en alto con los ojos cerrados actuando mi propio video clip dramático y cuando me veo desde afuera en esa escena largo una carcajada que me hace saltar las lágrimas, por lo patético, por lo tierno también…
I’m everything I am… porque me hablaste, me digo. Porque me escribiste y porque yo misma me escribo. Porque me animé a ser palabras, porque me abrí para cumplir mi deseo de ser escritora. Y así, todo desencadenó los hechos que me llevaron a tu pantalla, que me pusieron ante tus ojos para que me veas y no puedas dejar de buscarme.
Llevo un año de permisos, llevo un año de trabajo interno para poder recibirte en mi vida. Dolí, lloré, negué, miré para otro lado, escapé… hice de todo para evitarlo. Hice de todo para crearlo, también. Y acá estás, acá estoy. No sos vos, soy yo. No importa que pase, importa que ya pasó.
Pero me desespero, ansío. Quiero todo, no quiero nada, te quiero a vos, me quiero a mí. Y me activas todo a la misma vez: las alarmas, los personajes, el umbral, lo nuevo, lo mío, lo que quiero dejar atrás, mi futuro, mi presente, mi mente y mi alma.
Y quiero leerte, pero no te leo. Quiero entenderte y no te entiendo. Te veo y no quiero mirarte. Quiero olvidarme que alguna vez te hablé y no puedo sacarte de mi cabeza. No sos vos, soy yo.
Ya me fui diez años luz al futuro, ya puse 5ta a fondo y pisé el freno de golpe para salir despedida por el parabrisas. Vuelo inconsciente por esta proyección de todos mis traumas, de todas mis heridas, de todos mis miedos…
Soy apego, soy vulnerable, soy necesitada, tengo hambre, frío y sed. Estoy desprotegida y busco en otros la seguridad que solo yo puedo darme. Te miro para que me devuelvas a mí y me miras con impaciencia y ternura, me mandas al rincón, a pensar.
Y me pregunto ¿cómo pude estar tanto tiempo sin esa mirada en mi vida? ¿sin esos gestos que me desarman? Pero también están esos otros gestos, los que me asustan. Y esa actitud desafiante y rígida que me hace resistirme, enojarme, querer correr para el otro lado. Y ahí me pregunto: ¿sos vos o soy yo? ¿sos vos o sos vos en mi cabeza? ¿Niego lo que no me conviene para tener lo que me enciende? No me importa me respondo. ¿Cuánto puede importar? si ya me arrastré por cosas que me apagaron, me hirieron de muerte, me escondieron, me quemaron las alas… Mirá si ahora me voy a andar preocupando por subirme a un tren de ilusión adolescente por alguien que por fin me lleva a mí.
Vos no me vas a echar de tu vida me decís, ni aunque ya no me quieras ahí. Vos no me vas a cuidar de mí misma, no me prometes el cielo… pero no me cerrás la puerta tampoco. No me importa. No necesito que me adviertas el peligro, yo lo conozco y no me importa. Ahora no me importa. Me importará cuando me duelas. Me importará cuando te odie y me desprecies. Me importará cuando me dejes sin siquiera un mensaje. Me importara cuando me vaya por autocompasión.
Todo es nuevo, urgente, sin filtro. Todo se siente más grande de lo que es, por eso mismo sé que es auténtico. Mañana (que puede ser dentro de una semana, un mes, un año o una década) me voy a arrepentir de este escrito, de sus consecuencias, de sus causas, de vos y de mí. ¡Pero hoy no, hoy me dejo llevar, “fluyo”!
Y en esta página de mi diario íntimo que escribí a los 15 dejo plasmada la euforia que representa para mí aceptar que toda la vida esta fue mi identidad y que al fin puedo aceptarla. Y no dudo ¿para qué dudar de algo que se siente tan genuino, que me saca ese agujero que toda la vida me rompió? Al fin ya no estoy incompleta, insatisfecha, vacía…
He aquí mi manifiesto identitario, un acto de verdad para mí y para todas las versiones que me habitan: “estoy deslumbrada por una mujer, y más allá de ella, me di cuenta de que mi deseo siempre estuvo ahí”. Esta es mi identidad, mi aceptación, mi descubrimiento.
Y después de escribirme, ya no siento la euforia ahogándome. Bajó la catarata atropellada de palabras, lo que me explotaba. Ahora miro todo y me río de mi adolescencia tardía, de mi revelación tan obvia que a nadie va a sorprender cuando la lea…
Jajaja estoy volviendo a la conciencia.
Esta es la magia de la escritura: abrirle una válvula al cuerpo. Sale la presión, se desinfla el globo, y de repente lo que parecía un tsunami se convierte en una ola que puedo surfear riéndome. Esto es puro proceso creativo y vital. Solo espero que cuando vuelva la “luz” no sea como un tsunami real que al irse deja barro, escombros, destrucción y las cosas en lugares inverosímiles…

Tsunami
•
Deja un comentario